150 licencias: UC alcanza nuevo hito en transferencia tecnológica
Con la firma de la licencia para el “Sistema constructivo formado por componentes modulares de plástico reciclado”, la Pontificia Universidad Católica de Chile registra su licencia número 150.
Un contrato de licencia es un documento por el cual el titular de un derecho autoriza a un tercero a ejercer el derecho de explotación, bajo condiciones determinadas, en un tiempo y territorio definido, a cambio o no de una contraprestación económica. En el caso del mundo académico, este mecanismo es el que habilita a inventores e investigadores a comercializar y masificar sus resultados de investigación, o, dicho en otras palabras, a concretar una transferencia tecnológica.
Con el compromiso de impulsar la protección la protección y transferencia de sus resultados de investigación, en 2007 la Universidad Católica firmó su primera licencia. Este acuerdo fue en relación al “Sistema de construcción prefabricado modular para ser utilizado en la edificación de diferentes tipos de inmuebles” desarrollado por un equipo de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo y liderado por el académico Alejandro Aravena.
La transferencia de esta innovación ha permitido masificar y beneficiar a miles de personas a través de nuevas y mejores viviendas sociales. Elemental -la empresa spin-off UC que licenció la tecnología- ha liderado emblemáticos proyectos de vivienda social a lo largo de Chile, diseñando más de 2.000 casas entregadas al Estado.
A partir de este primer hito, la UC comenzó un camino de incentivar el desarrollo de tecnologías que han sido transferidas a empresas, agencias públicas y fundaciones, logrando impactar la calidad de vida de miles de personas, en áreas tan diversas como viviendas sociales, tecnologías sísmicas, detección de cáncer de tiroides y sistemas pedagógicos para la primera infancia.
La licencia número 150 fue otorgada para el “Sistema constructivo formado por componentes modulares de plástico reciclado”, tecnología que fue desarrollada por los profesores Gonzalo Rodríguez y Carlos Marín, de la Escuela de Construcción Civil, junto a Ignacio Maturana, de la empresa Freeplast, a partir de un contrato de I+D (Innovación y Desarrollo).