Nuevas variedades de frambuesa extragrandes
Marina Gambardella ha trabajado durante años en el mejoramiento genético vegetal. Y siempre ligada al mundo de las frambuesas, junto a su equipo en Agronomía UC, ha logrado crear tres nuevas variedades de la fruta que le han permitido a los agricultores obtener mejores productos, mayores rendimientos e ingresos, potenciando la exportación a mercados internacionales.
Chile es uno de los principales productores de frambuesa en el mundo, después de Serbia y Polonia. A pesar de que desde Chimbarongo hasta Los Ángeles son miles las familias que viven de este cultivo, se suele usar una variedad obtenida en Estados Unidos hace 30 años, la cual a pesar de adaptarse a nuestras condiciones climáticas, logra un fruto pequeño y es de baja productividad.
La profesora Mariana Gambardella se acuerda siempre de una de las profesoras que tuvo en el colegio cuando tiene que explicar su acercamiento a la ciencia. “Yo quedé fascinada cuando comenzó a hablarme de genética y cuando conocí los trabajos de (Gregor) Mendel. Eso fue determinante en mi carrera. Tenía 12 o 13 años cuando decidí que mi trabajo iba a ser en mejoramiento genético vegetal”, cuenta la investigadora.
Y si bien en su imaginario infantil tenía como proyectos hacer sandías más grandes y manzanas más jugosas, lo que realmente la atrapó fue la posibilidad de poder cambiar la genética de las plantas y, finalmente, el origen de la vida.
Después de años de investigación, la profesora Gambardella ha logrado desarrollar tres nuevas variedades de frambuesas totalmente chilenas: Santa Teresa, Santa Clara y Santa Catalina, que son más productivas y, al mismo tiempo, entregan mejores resultados económicos. Además, son de mejor calidad, mucho más lindas a la vista y muy ricas al comerlas.
Así, luego de estudiar Agronomía, siguió con los estudios de postgrado en Europa, concretamente en España, para luego especializarse en una variedad. Y llegó al estudio de las frutillas, porque, como cuenta, es una fruta que le sirve mucho a los agricultores para tener buenas rentabilidades. Lo mismo que el frambueso, la especie que finalmente adoptó para hacer sus investigaciones.
“El mundo de las frambuesas es el de los pequeños agricultores y yo quería devolverles la mano. La gran agricultura, sin desmerecer lo que hace, siempre ha estado más apoyada por otras instituciones. Y para los pequeños agricultores producir una variedad buena, de más kilos, es fundamental. Les permite subir su calidad de vida”, explica.
Después de años de investigación, la profesora Gambardella ha logrado desarrollar tres nuevas variedades de frambuesas totalmente chilenas: Santa Teresa, Santa Clara y Santa, que fueron trabajadas con el Programa de Mejoramiento Genético (PMG) del Frambueso del Consorcio Tecnológico de la Fruta de la Asociación de Exportadores de Frutas de Chile A G (ASOEX), conjuntamente con la Universidad Católica, y el apoyo de Corfo.
Estas plantas, explica la académica, son más productivas y, al mismo tiempo, entregan mejores resultados económicos. Además, son de mejor calidad, mucho más lindas a la vista y muy ricas al comerlas.
“El mejoramiento genético es una disciplina de la Agronomía, como la Botánica, la Genética, la Fisiología, la Biotecnología, la Bioquímica. Siempre he definido al mejoramiento genético como la espina dorsal de los programas de investigación en las plantas, aunque podría ser en animales también. El objetivo fundamental que tiene es generar nuevas y mejores variedades para los agricultores. Entonces, de esa forma ellos pueden tener variedades que se ajusten mejor a las condiciones de cultivo y a mejores rendimientos y retornos. También los consumidores tienen ventajas, porque las frutas son de mejor calidad, duran más o tienen mejor contenido de antioxidantes, entre otras propiedades. Es la forma en que los cultivos van avanzando en el tiempo”, cuenta la profesora.
Luego de los trabajos iniciales, el equipo de Marina Gambardella está trabajando en otras tres nuevas variedades. Y en esta segunda etapa, adelanta, se ha intentado imprimir algunos aspectos del mejoramiento genético que no estaban presentes en la primera etapa. Por ejemplo, que las frambuesas sea variedades resistentes a las altastemperaturas, a la sequía y a condiciones de estrés biótico, que es resistencia a plagas y enfermedades.
“La industria de las frambuesas ha tenido un traspié en los últimos años. Antes teníamos 12 mil hectáreas plantadas y hoy estamos llegando a las 5 mil apenitas. Y eso es porque hemos perdido competitividad. Si veo que nuevamente volvemos a ser grandes en frambuesas, me sentiré pagada por haber contribuido en algo a volver a nuestros antiguos niveles de producción y a ser competitivos como país. Porque eso implica, entre otras cosas, que habrá muchas más familias beneficiadas”.
Apoyo UC
Gracias a los fondos a los que ha postulado, entre ellos el concurso Fondef de la ANID y el Innova de Corfo, el proyecto de Marina Gambardella ha podido asegurar la continuidad de sus investigaciones. “Eso me ha permitido trabajar en proyectos de largo plazo. Un programa de mejoramiento genético no sirve por 3 o 4 años, sino que necesita 10 o 12 años”, explica la doctora de la Universidad Politécnica de Madrid y académica de la Facultad de Agronomía e Ingeniería Forestal. “También tengo que agradecer el hecho de tener alumnos de doctorado y de magíster, el poder interactuar con ellos e ir descubriendo y solucionando los pequeños problemas que se han ido presentando en las investigaciones”
Las “Santas”
Actualmente, las variedades de frambuesas Santa Teresa, Santa Clara y Santa Catalina están siendo plantadas, con muy buenos resultados, por pequeños productores desde Santo Domingo a La Araucanía, incluyendo Coyhaique. Además las “Santas” han permitido al sector exportar genética a los mercados internacionales como es el caso de España, Portugal, México y Australia y cuenta con interés de Marruecos y Colombia.